miércoles, 4 de junio de 2008

O BAILO, O PROTESTO

Por Carolina Celis

Los setentas me gustan por dos cosas: la música disco y el punk. En el principio, el punk buscaba expresar, de la manera más extrema, el sentimiento de inconformidad imperante de la época. Las letras de las canciones eran polémicas, el sonido estridente, y sin embargo todos sabían de qué se estaba hablando. Las bandas de aquellos días no buscaban quedar bien con nadie ni hacerle favores al de la esquina. Ellos se hacían sonar duro, rápido y fácil.

No había poses, eso vino mucho después. Cuando alguien descubrió que podía jalar mucha gente al decir “Vamos a luchar contra…” y que eso servía para llamar la atención de grandes corporativos que podían financiar ese “Vamos a luchar” y al mismo tiempo vender su parafernalia e insertar en el inconsciente colectivo su marca para que cada vez que escucharan la canción tal, del grupo en cuestión, tuvieran esa irresistible necesidad de obtener algo inútil y sentirse con el orgullo de decir “Estoy ayudando”. La intención no es mala pero dudo realmente que el resultado sea honesto. Lo mismo podemos decir cuando se va a un concierto para ver a determinado solista o banda y presumir la ropita de moda olvidando el motivo de aquel masivo. Aunado a esto, hay que tomar en cuenta que lo transmiten por televisión y se la pasan diciendo “Ayudemos, ayudemos”, que traducido significa “Compremos, compremos”. En mi opinión prefiero escuchar la banda sonora de Fiebre de sábado por la noche en la comodidad de mi cuarto, gracias.

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