Por: Beto Cañez
El Cerbero lo devora todo.
El petróleo, las mujeres, los alimentos, los sueños, las esperanzas., la naturaleza humana toda.
Como no esperar que también se trague a los niños que son “nuestro futuro”.
Y entonces: aparece como de la nada el tío Gamboin esbirro del infierno; y Sonrix Adalid de las huestes infernales, surgen luego del Averno de la mercadotecnia más chabacana, las putas paidofilicas Tatianas y las Barbies canalizadoras de lo que queda de la inocencia infantil ya desgastada por la aprobación de lo mal aprendido en las caricaturas y la red y los jueguitos digitales. La deshumanización sigue imparable su marcha, elevando a la categoría de status, el pecado original y las malas costumbres.
Más que ningún otro sector, los niños son material fértil para garantizar la permanencia del sacrosanto consumismo insaciable.
¡No salgan a la calle¡, ¡los dulces no engordan!, las armas láser “no matan”, las Bratz son solo una moda. Gritan hasta la saciedad los coros de maestros, los organizadores de fiestas, los padres de familia, teatreros y vendedores de algodones de azúcar.
Todo es un aparataje rigurosamente disciplinado para sacarles la posibilidad de entender su derecho a la ontología autoconformadora… Su ser de niño. Su alteridad.
Sin esperanza de remedio:
Beto Cañez
El petróleo, las mujeres, los alimentos, los sueños, las esperanzas., la naturaleza humana toda.
Como no esperar que también se trague a los niños que son “nuestro futuro”.
Y entonces: aparece como de la nada el tío Gamboin esbirro del infierno; y Sonrix Adalid de las huestes infernales, surgen luego del Averno de la mercadotecnia más chabacana, las putas paidofilicas Tatianas y las Barbies canalizadoras de lo que queda de la inocencia infantil ya desgastada por la aprobación de lo mal aprendido en las caricaturas y la red y los jueguitos digitales. La deshumanización sigue imparable su marcha, elevando a la categoría de status, el pecado original y las malas costumbres.
Más que ningún otro sector, los niños son material fértil para garantizar la permanencia del sacrosanto consumismo insaciable.
¡No salgan a la calle¡, ¡los dulces no engordan!, las armas láser “no matan”, las Bratz son solo una moda. Gritan hasta la saciedad los coros de maestros, los organizadores de fiestas, los padres de familia, teatreros y vendedores de algodones de azúcar.
Todo es un aparataje rigurosamente disciplinado para sacarles la posibilidad de entender su derecho a la ontología autoconformadora… Su ser de niño. Su alteridad.
Sin esperanza de remedio:
Beto Cañez
No hay comentarios:
Publicar un comentario